Thursday, November 12, 2009

La mujer más triste del mundo

Hoy, en el camino a casa, me atravesé con una mujer en la calle. Andaba saliendo del centro comercial Warringah y había bastante tráfico.

Entre las casas y árboles apareció una mujer, blanca, rubia, casi como de mi altura. Traía pantalones negros y una blusa gris. Andaba cargando un bolso negro. Podrías decir que era como cualquier otro peatón en esta región cuasi-puramente australiano.

Pero había algo diferente en ella.

En su mirada se podía apreciar un sentimiento oscuro de amargura, como nunca he visto en estas tierras paradisiacas. Sus ojos parecían negros y como si hubiesen pasado por un episodio tenso de lágrimas. Sus pómulos parecían suaves, pero con rastros emergentes de los párpados levemente oscuros. ¿Cuál habrá sido la causante de su tristeza?

Estaba tratando de atravesar la calle. Aprovechó del congestionamiento vehicular para pasar detrás de mí, y luego la ví en el retrovisor. Parecía como si me estuviese mirando, pero sé que no lo estaba.

Entre los coches parados en fila y los vapores de los automóviles ella tenía una apariencia muy débil, inocente. Sus gestos eran como señas de una inmensa angustia que trataba de guardar en su corazón, pero era evidente a la distancia, desde lo poco que el retrovisor me podía ofrecer.

Nunca he visto a alguien tan triste en este país, incluso en un día cuando el clima es espectacular y es jueves de compras nocturnas como hoy.

Entonces vi que el coche de adelante empezaba a moverse. Puse la transmisión a uno, y pisé en el acelerador. La mujer ya había desaparecido entre la masa de gente en el centro comercial cuando miré de nuevo al retrovisor. Pobre alma de ella.

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